viernes, 24 de mayo de 2013

ALGUNA VEZ




                                               

Los árboles mayores, que se erguían casi hasta tocar el cielo con sus copas agudas, hablaban con el árbol pequeño que crecía entre ellos.
—Alguna vez –decían—; alguna vez serás alto como nosotros y como nosotros podrás ver el lago allá abajo, engarzado como una joya verde o azul entre las montañas verdes o azules. Alguna vez, alguna vez…
El viento, cuando descendía hasta la altura del árbol pequeño, también hablaba con él.
—Vengo de todas partes y lo sé todo… Conozco los bosques, las montañas, los campos, las ciudades de los hombres… Alguna vez, cuando te eleves tanto como los otros árboles, te contaré cosas… Alguna vez, alguna vez…
Al llegar la primavera, cuando los pájaros venían en busca de calor y de alimento, el árbol pequeño tenía más noticias del mundo que aún no alcanzaba a ver. Los pájaros piaban:
—Hay sitios donde todo es arena, hay sitios donde todo es nieve, hay sitios donde todo es agua… Alguna vez, cuando seas más alto y más sólido, haremos nuestros nidos en tus ramas y te contaremos todo lo que sabemos… Alguna vez, alguna vez…
Y el pequeño árbol seguía inmóvil, repitiendo con todas sus hojas tiernas esas palabras excitantes y promisorias. “Alguna vez, alguna vez…” Pero ese “alguna vez” era lento, lentísimo. Porque los árboles no crecen tan rápidamente como los seres humanos. Lo que para nosotros es un año, para ellos es un siglo. Lo que para nosotros es una vida para ellos es apenas un suspiro. El pequeño árbol se impacientaba. Y preguntaba cosas a la lluvia, al granizo, a la nieve; preguntaba cosas a las bandadas de aves que pasaban volando por el cielo; preguntaba cosas a las nubes, a los rayos del sol, a los insectos que trepaban por su corteza… Todos sabían cosas y cosas, todos conocían el mundo, todos parecían sabios y aventureros, todos terminaban diciéndole: “Alguna vez, alguna vez…”
Una tarde, por fin, sucedió algo. Pasó junto al pequeño árbol un hombre de barba oscura y ojos tristes conduciendo de la brida a un asno gris. Montada en el asno iba una mujer muy hermosa, muy pálida, muy dulce.
Se detuvieron y el hombre dijo:

—Esto es lo que necesito. Perdóname, pequeño árbol, pero debo cortarte. –Y un hacha hizo la primera herida en la madera joven. El árbol suspiró y sangró un poco de savia. El dolor era intenso, el hacha penetraba cada vez más en su carne vegetal; se sentía débil, indefenso, solo. Y no lamentaba tanto su sufrimiento físico, como ese “alguna vez” que perdía para siempre. Después el hombre cortó el árbol en trozos de escaso tamaño, y los acomodó en el morral. En cada trozo el árbol seguía viviendo. Llegaron a un lugar donde había un buey y otros animales. Allí el hombre tomó los trozos, los cepilló, los pulió, los ensambló. Y el árbol quedó trasformado en una cunita rústica. Una cunita que al mecerse parecía gemir “alguna vez, alguna vez…”. Todavía no había comprendido su destino. Pero esa noche, justamente a las doce, sintió un débil vagido. Una extraña música y una extraña luz envolvieron inmediatamente el lugar; se escuchaba un sedoso revoloteo de ángeles y el llanto del niño que acababa de nacer parecía más bien un canto. El árbol hecho cuna sintió que depositaban entre sus maderas cubiertas de heno tibio, el cuerpecillo de la criatura. Y la sintió moverse suavemente en su interior. Y de pronto supo que “alguna vez” había llegado. Que ni los árboles altísimos, ni el viento, ni los pájaros, ni las nubes, habían experimentado nunca la gloria de ese momento que él gozaba cuando ya no era árbol sino cuna, cuando al fin de su vida vegetal marcaba el principio de una vida humana. 


Cuento de Eduardo Gudiño KiefferL



18 comentarios:

  1. Él, por lo menos, al fin supo para qué fue creado, su misión en la vida, yo aún la estoy buscando...

    Un abrazo Charo

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    1. Pues es cuestión de proponerse encontrar la misión de cada uno en la vida , difícil pero no imposible , yo creo que ya tengo más o menos idea de cual es la mía , aunque no esté muy segura , jejejeeje.
      Un abrazo grandote
      Voy a buscar las Fotos de la moto y te las mando por email.

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  2. El cuento es hermoso Charo, si muy hermoso. Pero mira que yo sintiéndome árbol perdonaría tan alto honor por seguir esperando el día en que el viento me contase sus aventuras. ¿Sabes? por ejemplo el tejo es un árbol de crecimiento lentísimo y no le importa cuan altos puedan crecer los otros y cuanta luz le puedan quitar. Él puede esperar gracias a que su vida también es extremadamente larga, cuando ellos caigan nuestro tejo se alzará triunfante. La paciencia amiga es un seguro de vida. Besotes, que conste que el cuento me ha gustado.

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    1. Me parece muy interesante lo que dices , amigo karras y tienes toda la razón , la paciencia es muy muy importante para todo y es un seguro de vida , totalmente de acuerdo contigo .
      Un cálido abrazo

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  3. Muy bueno el cuento,no lo conocía y me ha gustado mucho.

    Querida amiga, te deseo pases un hermoso fin de semana, disfrútalo mucho.
    Te dejo miles de abrazos, besos y sonrisas.

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    1. Me alegro que te haya gustado, amiga Paraíso , la verdad es que es muy bonito y por eso lo traje aquí.
      Te dejo un gran abrazo y mi halo de luz siempre.

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  4. Qué bello y tierno cuento. Dejar de ser para nacer en otro. Cuánta generosidad.

    Un beso querida Charo.
    Feliz fin de semana.

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    1. Me alegro mucho que te guste , Luján , mucha generosidad hay en él. Tu Blog me gusta cada día más , de veras .
      Un abrazo querida amiga.

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  5. Y es que todos nacemos para algo. Un besazo.

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    1. Así es , todos nacemos por algo y para algo , no hay duda . Un abrazo grande

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  6. Alguna vez nos daremos por enterado que no somos nosotros quienes marcamos el rumbo de nuestras vidas, que hay un dedo índice marcando el camino a seguir a cada uno. Un cuento precioso, bella Charo.

    Besos

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    1. Pues no se , Francisco si alguna vez nos daremos cuenta de eso , creo que los seres humanos somos algo "tozudos" en muchos aspectos . Me alegro que te haya gustado , amigo y te agradezco lo de " bella Charo" me ha emocionado. Como bien tu dijiste un día , las personas , al llegar a una cierta edad o nos hacemos muy duras o lloramos con casi todo , yo soy del segundo grupo , lagrimas a flor de piel.
      Un abrazo grande

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  7. Bonito, aunque me dio pena el árbol, par ser lo que debía ser tenía que morir. Un beso y te me cuidas.

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    1. Hola Citu! Espero y deseo que ya estés recuperada del todo. Me alegra que te haya gustado , a mi también me da pena el árbol , pero a veces , es así la vida queramos o no. Gracias siempre por tus visitas y comentarios.
      Un abrazo .

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  8. Un bonito cuento el que nos dejs hoy, el pobre árbol joven vio truncadas sus esperanzas de crecer pero al mismo tiempo consiguió un sitio al que no podían optar los viejos, ser la cuna de un niño. Ese era su sentido de la vida.
    unos besotes

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    1. Así es , orthos , cada una de nuestras vidas tiene un sentido y el de ese árbol era ese , cada uno debemos averiguar a qué hemos venido a este mundo porque todos venimos a cumplir una misión y a aprender muchas cosas sea a fuerza de dolor o no.
      Un abrazo grande .

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  9. Aunque es hermoso y está muy bien narrado a mi me parece un poco triste, me parece que igual podía haber crecido y experimentado un poquito más antes de convertirse en cuna.

    Besos

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  10. Yo también pienso igual que tu, Jara , sería mejor haber crecido y experimentado más y seguramente no querría convertirse en cuna sino abrazar la luz , alcanzar más altura y vivir otras experiencias .
    Un abrazo

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